Puede que a muchos os suene la técnica de la silla vacía. Puede que hayáis escuchado hablar o que incluso la hayáis experimentado. Y es que esta técnica, aparte de ser utilizada por terapeutas Gestalt, ha conseguido traspasar enfoques y a día de hoy también es utilizada por psicoterapeutas y psicólogos de distintas orientaciones psicológicas.
Pero, ¿de qué trata la silla vacía?
La silla vacía es una técnica que usamos en psicoterapia principalmente para expresar y dialogar con alguna persona ausente (sea por pérdida o porque no esté presente en ese momento) o bien, para el diálogo entre partes internas propias (por ejemplo crear un diálogo entre mi parte exigente y mi parte condescendiente). Los objetivos terapéuticos principales son la expresión emocional, la proyección de contenido inconsciente, la toma de conciencia y en última instancia, la integración y aceptación de la situación o experiencia tratada.
¿Cómo lo hacemos?
Imaginemos una sesión donde terapeuta y cliente están cada un@ en su silla o butaca. Imaginemos que la sesión nos lleva a hacer uso de la técnica. Si vamos a trabajar por ejemplo con el cliente y un ser querido, añadiremos una silla vacía donde proyectaremos a ese ser querido. Si por ejemplo, vamos a trabajar diferentes partes de un@ mism@, utilizaremos tantas sillas (también se pueden utilizar cojines) como partes internas a explorar.
Una vez iniciamos la experiencia, la silla en la que el cliente está sentad@ pasa a llamarse la silla caliente (a veces podemos encontrar esta técnica con el nombre de “silla caliente”). Primero de todo el cliente se conecta con la experiencia propuesta e internamente se activa -de ahí el adjetivo de caliente-. El cliente empezará a proyectar en la silla vacía todo el contenido consciente e inconsciente. Si por ejemplo trabajamos con la parte exigente del cliente; Cómo ve a su parte exigente? Cómo es? Qué forma tiene? Lo mira? No lo mira? Qué está haciendo? Y, cómo se siente el cliente frente a esa parte? El proceso normalmente pasará por el diálogo de las partes, de manera que en un determinado momento, el cliente se moverá a la silla vacía para ser su parte exigente. El terapeuta tendrá que acompañar al cliente a que experimente, sienta y exprese desde ese otro lado.
Cuando el trabajo se lleve a cabo con un ser querido, no necesariamente pasaremos a experimentar la silla del ser querido. A veces bastará con la expresión del cliente desde su misma silla.
¿Cómo y cuándo finaliza la técnica?
Teóricamente, el trabajo finaliza cuando se llega a un acuerdo entre ambas partes de manera que éstas se ven, se aceptan y se integran lo máximo posible. O bien, cuando se hace consciente algún aspecto nuevo que nos ayuda a ampliar perspectiva, a resignificar la situación o a abordarla con recursos propios ahora conscientes. Los movimientos de una silla a otra variarán en función de cada trabajo y de lo que considere apropiado el terapeuta que lo acompaña.
Posteriormente, si el trabajo lo requiere (a veces es conveniente evitar racionalizaciones posteriores y dejar que el trabajo haga su digestión), suele haber un espacio de elaboración cognitiva de la experiencia anteriormente vivida.
¿Para qué sirve?
- Conectar con la experiencia a nivel emocional y corporal.
- Expresar verbal, corporal y emocionalmente.
- Tomar conciencia de las partes rechazadas o no vistas e integrarlas en la medida de lo posible.
- Resignificar la situación o experiencia de un modo que nos resulte más sano.
- Ampliar la perspectiva acerca de una situación y abrir espacios a nuevas posibilidades.
- Cerrar situaciones inconclusas.
¿En qué situaciones se puede utilizar?
- Establecer un diálogo entre aspectos de nuestra personalidad que son rechazados o polarizados. Por ejemplo, cuando me identifico sólo con mi parte débil y no veo o hago propia también mi parte fuerte.
- Establecer diálogo con una situación o acontecimiento concreto.
- Trabajar aspectos inconclusos con personas ausentes o no disponibles. Por ejemplo, trabajar la relación con un ser querido que haya fallecido.
En resumen, la técnica de la silla vacía es una técnica proyectiva, expresiva e integradora con infinidad de usos terapéuticos. Facilita la conexión con nuestro mundo emocional y corporal, flexibiliza defensas psicológicas y da cabida a nuevas formas de entender y abordar conflictos personales.
¿Está vacía la silla donde estás sentado? No parece posible pues de hecho tú estás sentado en ella. Pero sí es posible que la persona sentada en esa silla se sienta vacía. Entonces esa silla está vacía, ¡aun estando ocupada!* (Nachman de Breslau)
Si esta técnica te parece interesante y crees que te puede ayudar, no dudes en contactar conmigo. Ofrezco terapias presenciales y online.
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*Cita extraída del libro “Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil” de Paco Peñarrubia)
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