Por suerte (y por trabajo, tiempo y evolución), el prejuicio social hacia la terapia va transformándose y cada vez son más los que se aventuran a eso de explorarse a si mism@s.
Por suerte, cada vez se escucha más eso de “voy al psicólogo” o “voy a terapia” sin tanto miedo a que se nos tache de loc@s por ello.
Aunque no podemos obviar que todavía nos queda un largo camino por recorrer, sin duda, hoy vamos hacia una mayor aceptación y normalidad del uso de un espacio terapéutico para nuestro crecimiento y bienestar.
Hoy os hablamos de algunos de los beneficios para aquellos valientes que van a terapia y que con ello van rompiendo prejuicios y abriendo caminos nuevos más libres de estigmas.
Estos son algunos de los beneficios para los “locos” que van (vamos) a terapia:
1. Disponer de un espacio de respeto y confianza donde poder contactar conmigo y con mis necesidades.
Disponer de un lugar sin juicio donde poder explorarme, exponerme, descansar…darme aquello que necesito o abordar aquello que me cuesta más.
2. Conocerme más y mejor.
Identificar mis patrones automáticos y tomar conciencia de ellos. Conocer cuales son mis patrones de pensamiento o de acción, me da la posibilidad de flexibilizarlos si así lo deseo. Por ejemplo, si yo me suelo decir “No puedo”, identificando el pensamiento, asimilándolo y viendo cómo condiciona mi vida, voy a ir abriéndome a otras maneras de pensarme o de hacer, que sean más beneficiosas para mí. Y en este caso, por ejemplo, empezar a decirme en alguna ocasión que “Sí puedo”.
3. Conocer mis dones y ponerlos al servicio de mi vida.
De la misma manera que puedo identificar aquello que no es beneficioso en mi vida, también puedo acercarme a aquello que se me presenta como un don y que ya es un recurso en sí mismo que poseo y que puedo utilizar para mi bien y el del otr@.
4. Encontrar mis propios recursos para gestionar mi vida.
Descubrir cuales son los recursos de los que dispongo para poder hacer frente a las dificultades que se me presentan y también aprender otros recursos posibles.
5. Cicatrizar viejas heridas que puedan estar obstaculizando mi presente.
Tomar conciencia de aquello que interfiere en mi presente sacándome de él, y darle el espacio que necesite para poder cicatrizar e ir cerrándose.
6. Saber identificar qué siento y darme espacio para sentirlo y expresarlo.
Aprender a identificar mis emociones, a expresarlas y a gestionarlas de la manera más sana posible.
7. Aprender a relacionarme de un modo más auténtico con el otro.
Aprender a relacionarme con el terapeuta de forma auténtica y sincera es el primer paso para relacionarme mejor con mi entorno.
8. Recibir apoyo externo y aprender a autoapoyarme.
El apoyo del terapeuta es básico en terapia. Del mismo modo, también es necesario aprender a sostenerme por mí mism@ y fomentar mi autonomía.
9. Aprender a quererme y respetarme con todo lo que soy.
Quererme a mí mism@ y valorarme es primordial para la relación conmigo mism@ y con el entorno.
¿Acaso esto es de loc@s?
Bienvenidos sean “l@s loc@s” valientes que ahora son más plenamente conscientes. 😉 Si crees o sientes que como psicóloga te puedo acompañar en este proceso, no dudes en contactarme. Será un placer acompañarte.
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Fotografía: Michael Nunes
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