Atentos. La apreciación que aquí os detallo no tiene desperdicio. Es tan simple como abrumadora. Habla de atención, concentración, fantasía, presente y del cambio de paradigma que se abre ante estas sencillas palabras.
¿Os habéis dado cuenta de que cuando uno está concentrado, la percepción del tiempo cambia? O diría más, que cuando uno se concentra en algo, el tiempo desaparece? Pensad en cuando leéis un libro o escucháis a alguien hablar sobre algo que os interesa. Quedáis suspendidos en la historia que leéis o en las palabras que escucháis.
Hasta aquí, bien. Lo interesante es que mientras tanto, también vuestra noción de quiénes sois desaparece. O acaso sois conscientes de vuestro “Yo”, con sus pensamientos que le definen, con lo que uno cree que es él y el mundo, cuando estáis absortos en una tarea? Sencillamente, os entregáis a cada segundo con lo que éste traiga, sin deformaciones de lo que es y sin fantasías de lo que podría ser.
Si por lo que sea el “Yo” entra en juego, quiere decir que hemos dejado de prestar atención a la tarea encomendada, a la acción que estábamos realizando o en la escucha en la que estábamos inmersos. Pero, ¿dónde nos vamos cada vez que dejamos de estar en lo que está aconteciendo? La mayoría de las veces, y por supuesto esto lo hacemos constantemente, nuestro viaje es hacia el mundo de la fantasía.
Quisiera puntualizar antes de continuar, la diferencia entre fantasía e imaginación. La imaginación es un proceso cognitivo donde hay voluntad, donde yo decido imaginar y de donde surge un proceso creativo, a diferencia de la fantasía en la que me sumerjo sin darme cuenta y no me lleva a crear sino a desconectar del aquí y ahora y en la mayoría de las veces, a sufrir algo que no es. Tú decides imaginar o crear imaginando pero no decides fantasear.
Imaginar, reflexionar o planificar, por ejemplo, son procesos cognitivos volitivos, que uno decide hacer conscientemente.
En la fantasía es donde reside el “Yo”, que es la historia que yo me explico de mi vida, lo que yo me digo que soy, las generalizaciones, las etiquetas, los prejuicios, los recuerdos dolorosos que traigo al presente, los miedos de un futuro que todavía no es, etc. Y con ello me aíslo de lo que verdaderamente es real. ¿Cuándo, por ejemplo, te has llevado a las espaldas todo el día (o días) un comentario que consideraste desagradable o inoportuno hacia tu persona? El “Yo” se da cuando entras en la fantasía que te dice “pobrecit@ de mí, no me lo merezco”, o bien dice, “me lo merecía, no valgo para nada”, o “quién se ha creído que es para decir eso”. O bien fantasea con lo que le hubiera dicho y plantea otro final para ello. Infinitas serían las posibilidades que nos da la fantasía para evadirnos de lo real y perdernos en ella. Mientras tanto, la vida sigue su curso y yo me ausento de ella.
Y me pregunto, ¿no sería más fácil soltar eso, dejarlo ir y estar atentos a lo siguiente que merezca la pena ser atendido?
Erradicar la fantasía es el ideal y para eso solo hay que estar presente. Soy consciente de la sencillez de la propuesta y la dificultad de su práctica. Aun así, tener un horizonte o una meta nos ayuda a orientarnos en el camino (aunque sea un camino de piedras y cada piedra nos saque del aquí y ahora).
Como no somos místicos ni hemos alcanzado la iluminación, mi propuesta es la de empezar a tomar conciencia cada vez que nos vayamos del presente. O dicho de otra manera, empezar a poner atención cada vez que nos vamos a la fantasía y con ello, nos perdamos del aquí y ahora.
De este modo, tomando conciencia de en qué lugar está mi atención, puedo decidir si seguir fantaseando en el anhelo de sentir una caricia del viento en mi rostro o volver al presente y sentir como el aire acaricia mi cara, llenándome del goce que esa experiencia provoque.
Uno de los principales objetivos en Terapia Gestalt es acompañar, facilitar, invitar al paciente a volver al presente, a identificar la fantasía, poner conciencia cada vez que uno está en ella y de nuevo volver al aquí y ahora, desde donde realmente aprecio que es lo que está aconteciendo en mí, qué necesita ser atendido y hacia donde quiero ir. En palabras de Sesha, ““la ausencia del Yo es altamente terapéutica”.
Entonces, ¿empezamos el viaje hacia el presente?
Texto inspirado en las enseñanzas de Sesha y la corriente Vedanta Advaita.
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