Hoy os hago llegar este breve y sabio cuento de Jorge Bucay con el objetivo de que os ayude a comprender un poco más cómo vivimos algunas de nuestras emociones. En concreto, este cuento habla de dos de las emociones básicas: la tristeza y la furia (o rabia).
Algo que veremos en el cuento y que en muchas ocasiones sucede, es que las emociones suelen aparecer de dos en dos. Dos emociones pueden vivirse en nosotros sin que ello, a priori, suponga un conflicto. Por ejemplo, yo puedo sentirme triste y a la vez enfadado/a y conciliar las dos emociones en mí de tal modo que cada una de ellas pueda tener un espacio y su correspondiente expresión.
Sin embargo, otras veces lo que sucede es que superponemos una emoción con la otra. En este caso, la emoción que queda debajo acostumbra a ser una emoción que reprimimos, censuramos y que en definitiva, nos cuesta más de expresar. Así que nos ponemos el disfraz de la que nos resulta más cómoda (porque tal vez de pequeños en casa aprendimos que una determinada emoción era mejor vista que otra) y así nuestra respuesta emocional aparece en forma de rabia, cuando a lo mejor lo que nos pasa es que estamos tristes, o en forma de tristeza, porque resulta que nos cuesta enormemente sentir y/o expresar el enfado.
Sin embargo, que sea una emoción más cómoda para nosotros no significa que sea lo que mejor nos vaya.
Por ejemplo, yo puedo estar necesitando decir “no” a las horas extras que mi jefe continuamente me solicita. Cuando esto sucede, accedo y acto seguido me siento triste y sin energía, cuando puede que lo que haya de fondo y me cueste reconocer sea el enfado por sentirme poco respetada/o en relación a mi tiempo libre. Precisamente ese enfado puede que sea el que me ayude a poner el límite y decir “no”.
O bien, cómo en el cuento se ilustra: expresar la rabia o la furia cuando discuto con mi pareja y en el fondo sentir tristeza por no sentirme valorado/a por él o por ella.
Estas emociones pueden ser disfraces en cierto modo cómodos y conocidos para nosotros pero que esconden la emoción primaria y de base. Aquella emoción cuya expresión de algún modo nos libera y nos orienta hacia lo que necesitamos.
En psicoterapia resulta de suma importancia poder tomar conciencia de cuál es la emoción subyacente y que está queriendo expresar. Identificar y dar espacio a su expresión nos acerca más a nosotros mismos y a nuestras necesidades. Más contacto con lo que nos pasa, es el primer paso para poder relacionarnos de un modo más saludable con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Aquí os dejo con el cuento. Espero que os ayude a comprenderos un poquito más y a ampliar vuestra conciencia sobre vosotros mismos, algo indispensable para una buena gestión de las emociones!
LA TRISTEZA Y LA FURIA
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta.
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas..
Había una vez un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente. Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber porqué- se bañó rápidamente y mas rápidamente aún, salió del agua…
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró.
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza. Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza.
Jorge Bucay: “Cuentos Para pensar”
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Fotografía de Morgan Basham
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